jueves, 5 de agosto de 2010

CADA IDEA , UNA HISTORIA. CAPITULO 3, LA MARGARITA.

CADA IDEA , UNA HISTORIA. CAPITULO 3, LA MARGARITA.




… patento, no patento, patento, no patento…

En mi opinión, los gastos que puede generar una patente son relativamente pequeños si lo comparamos con los beneficios que puede llegar a proporcionarnos.

Todo el mundo sabe, que para recoger la cosecha, primero hay que sembrar. Hay que invertir tiempo , dinero y esfuerzo. Es la ley de los negocios. Incluso con todo, no siempre las cosas salen bien, hay veces que también se pierde. Ese fué el planteamiento que me hice. Creí que merecía la pena intentarlo, tenía que arriesgarme.

Lo más importante es creer en ti mismo, en tu proyecto, en tu idea. Si tu “yo interior” ,si tu intuición, (http://es.wikipedia.org/wiki/Intuici%C3%B3n ) te dicen que ¡adelante!, nadie mejor que tú para saber qué es lo que tienes que hacer.

También es importante tener más o menos claro, qué planes tienes para la idea. Alguien dijo alguna vez, que es mejor tener un mal plan, que no tener plan. Te haces preguntas del tipo: ¿lo puedo fabricar yo?, ¿lo mando fabricar?, ¿vendo la idea…, me la comprarán? ¿ofrezco licencias?..., etc.

En mi caso, despues de hacerme todas estas preguntas, pensé que lo mejor sería intentar licenciar la patente . Hacer transferencias de tecnología. Bueno, era un plan, era mi plan.

El siguiente paso era consultar a algún experto en propiedad industrial. No conocía a nadie de ese sector, de manera que cogí las páginas amarillas y busqué algunas de esas empresas. Pensé que lo ideal sería consultar en un par de ellas, para comparar, etc.

Tengo que confesaros una cosa. Teniendo en cuenta que sólo contrataría con una de esas empresas, me daba “mal rollo” contarles la idea con pelos y señales a las dos. No sé , piensas que igual les gusta la idea y se la quedan ellos , ( con quien no contratas ). Ya sé que puede sonar un poco paranoico, pero bueno, era una sensación , un pequeño temor, que se debía en parte a mi desconocimiento por aquel entonces de todo aquel mundo.

Sin entrar en demasiados detalles,( para no alargar la cosa) , decir que me decanté por la segunda empresa que visité, ¿sabéis por qué?, pues porque lo primero que aquel buen señor me dijo fue : “ No me cuente usteded su idea, hoy me dejará sus datos y para el próximo día tendré preparado un documento de confidencialidad en el que me comprometo a no contar su idea a nadie”. ¡Vaya! (pensé) , este tío si que es legal.

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